TECNOFOBIA-Miedo a la tecnología.
 El avance tecnológico ha sido un acierto en la sociedad, pero ha traido una moderna enfermedad mental que la padecen muchos.
La tecnología
 en la actualidad es la base de las sociedades que están en constante 
desarrollo. A lo largo de la historia la tecnología ha ido avanzando de 
manera exponencial, con nuevos inventos útiles, innovadores e 
impresionantes para darle cada día más y mayores comodidades a los seres
 humanos.
Desde que dicho avance llegó al punto de lograr una comunicación ilimitada gracias al Internet,
 dicha red se ha convertido en un símbolo, una necesidad e indispensable
 para la mayoría de personas en el mundo; pero todo tiene su lado 
oscuro, ya que su creación y evolución han traído como consecuencia la 
aparición de enfermedades modernas como adicción a la tecnología y 
tecnofobia.
¿Qué es la tecnofobia?
La tecnofobia se define como la carencia de habilidades, aptitudes y 
gusto por hacer uso de la tecnología, dificultad para adaptarse a 
innovaciones tecnológicas y carencia de deseo por hacerlo. 
Empresarialmente esto está caracterizado como resistencia al cambio y fastidio por las cosas nuevas que aparecen.
Causas
Las causas principales de la resistencia al cambio con respecto a la 
tecnología suelen ser época y condición social, por lo que no es raro 
escuchar en las personas que superan los 50 años "Esas cosas no existían
 en mi época" o el típico "Ya estoy muy viejo para eso". Cuando la 
persona tiene estas ideas de por medio, crea un bloqueo involuntario en 
el cerebro que hace que sea muy dificultoso hacer uso de computadoras, 
celulares y aparatos tecnológicos; lo que logra que simplemente se abstengan de la tecnología.
La falta de preparación, la poca educación en algunos lugares, 
también crea una tendencia a la no tecnología, que hace que incluso 
siendo personas jóvenes, tengan dificultades con la misma.
Síntomas
No todas las personas mayores o con bajo nivel de preparación son 
renuentes a usar la tecnología. Existen algunos síntomas, que podrían 
resultar muy familiares.
- Ausencia de tecnología en el lugar donde habita
- Extremamente bajo interés por aprender
- Incapacidad para entender o memorizar algo tecnológico
- Poco interés en las novedades tecnológicas
- Rehusarse a utilizar celulares o no saber usarlos
- Desconocimiento parcial o total de la tecnología
- Pensamientos de que la tecnología no es para sí
Si se notan 3 o más de estas tendencias, es probable que dicha persona padezca de tecnofobia.
Consecuencias
Existen consecuencias sociales, que en personas mayores no son tan 
relevantes; pero en caso de personas jóvenes sí podría tener 
repercusiones.
Actualmente el mundo de las redes sociales,el correo electrónico, las compras en línea y el uso de Internet para 
todo pueden afectar a una persona en su vida social, tanto como en la 
vida laboral.
Ahora un requisito implícito para la contratación de personal en las 
empresas es el conocimiento intermedio de computación como mínimo y de 
no saber, pues es muy probable que la persona quede a un lado al igual 
que los métodos tradicionales.
El no saber usar medios tecnológicos para transacciones y trámites, 
hace que se pierda tiempo valioso, que haciendo uso de la tecnología 
podría sobrar.
 TECNOFOBIA: LAS RAZONES DE UNA IDEA
En su conocido 
  libro: Two Cultures and a Second Loock (1959), C.P. Snow se preguntaba hace 
  ya años por las razones del abismo entre científicos y literatos 
  que desde entonces no ha hecho otra cosa que crecer. El porqué de la 
  incomprensión entre las dos culturas está lejos de constituir 
  un tema puramente académico y su eco alcanza hoy un carácter global, 
  que hace preciso investigar sobre los fundamentos culturales de la tecnofobia. 
  Convendría repetir las preguntas que en su día planteó 
  C.P. Snow: ¿Son los intelectuales "de letras", luditas por 
  naturaleza?. ¿Cuáles son las razones de la tecnofobia y porqué 
  se ha desarrollado especialmente entre quienes se llaman a sí mismos 
  "humanistas"? ¿Por qué el intelectual de letras considera 
  la tecnofobia no sólo de buen tono, sino incluso como una especie de 
  obligación civil inherente a su estatus? ¿Por qué la profecía 
  humanística evalúa sistemáticamente la tecnociencia como 
  riesgo o peligro y no como oportunidad? ¿Se trata de un tópico 
  cultural nostálgico o, tal vez, la tecnofobia esconde alguna enseñanza 
  que sea posible desarrollar en la comprensión de un mundo diseñado 
  cada vez más a imagen de la tecnociencia? ¿Existe realmente alguna 
  vía de superación de la extraña dialéctica entre 
  tecnófobos (e incluso "neoluditas") y tecnófilos? Y, 
  finalmente: ¿puede construirse una auténtica sociedad del conocimiento 
  sobre esa oposición?
Ante la tecnociencia, 
  la respuesta de las humanidades ha oscilado entre dos posturas tan radicales 
  como poco matizadas. Se ha postulado muy minoritariamente una defensa utilitaria 
  a ultranza de la modernidad asimilada, sin más, a la posesión 
  instrumental (caso de las diferentes filosofías del ámbito pragmatista) 
  o, por el contrario, se ha caído en una desvalorización profética 
  del mundo de la máquina; tachado de des/almado en su sentido más 
  obvio y literal. Conviene reconocer que ésta última ha sido -y 
  continua siendo- una postura prestigiosa en el ámbito global de "las 
  letras", desde donde se contempla cualquier intento de humanismo tecnológico, 
  sino con desprecio, al menos con indisimulado recelo. En lo tecnocientífico, 
  a veces más cerca de lo novedoso que de la novedad, se intuye un peligro 
  para la continuidad del humanismo, más que una oportunidad para su despliegue. 
  La técnica como factor de armonización mecánica del mundo 
  ha tendido a ser considerada en la tradición humanística como 
  una forma de degradar lo cualitativo y lo individual. Aparece como el espacio 
  donde se pierde la diferencia, es decir, donde se disminuye aquello que constituye 
  lo humano por excelencia, y donde la apariencia niega la realidad de las cosas. 
  Se ve tópicamente acusada de provocar la decadencia de la ligazón 
  comunitaria primitiva y se la juzga responsable de una actitud escéptica 
  que, en definitiva, conduce al nihilismo al poner lo funcional por encima de 
  lo supuestamente "auténtico". Resuenan así en el mundo 
  humanístico los ecos de la reconvención goethiana en el Fausto: 
  
Viejo derecho, firme tradición
En nada cabe ya tener confianza
La técnica simboliza también, en esta hipótesis, la consumación de la dominación del mundo por el dinero y, en consecuencia, es tanto un elemento de ruptura con la naturaleza, cuanto una expresión de existencia inarmónica. Es fácil ver además, en ella el instrumento de un poder inmoderado y, por lo tanto, da un cierto buen tono proponer un neoludismo estético, que se acompaña de un poco disimulado aristocratismo intelectual, que a veces se despliega como crítica global al concepto de progreso.
Viejo derecho, firme tradición
En nada cabe ya tener confianza
La técnica simboliza también, en esta hipótesis, la consumación de la dominación del mundo por el dinero y, en consecuencia, es tanto un elemento de ruptura con la naturaleza, cuanto una expresión de existencia inarmónica. Es fácil ver además, en ella el instrumento de un poder inmoderado y, por lo tanto, da un cierto buen tono proponer un neoludismo estético, que se acompaña de un poco disimulado aristocratismo intelectual, que a veces se despliega como crítica global al concepto de progreso.
La filosofía 
  del siglo XX ha sido muy mayoritariamente presa de la desconfianza ante la tecnociencia, 
  y ante su núcleo filosófico que es la herencia ilustrada. Heidegger, 
  Adorno, Jonas y Postman constituyen hitos importantes en esa desvalorización 
  de la tecnológico pero no son los únicos tecnófobos. Decía 
  Cioran que: Con el advenimiento de la trinidad del automóvil, el avión 
  y el transistor podemos poner fecha a la desaparición de los últimos 
  restos del Paraíso terrenal. Todo hombre que toca un motor prueba que 
  es un condenado. Sin llegar a planteamientos de esta radicalidad, el hecho es 
  que muchas reacciones humanísticas ante la técnica basculan entre 
  el miedo y la sátira. En este aspecto, la propuesta jonasiana de la heurística 
  del temor, y la ética del no-poder de Ellul resumen el sentir de un mundo 
  cultural asustado por sus propias construcciones.
 No deja de sorprender 
  que a lo largo del siglo XX el miedo haya podido ser considerado como un elemento 
  positivo, en oposición a toda la tradición ilustrada que, estrictamente, 
  se había construido desde el rechazo absoluto a cualquier tipo reacción 
  paralizante y desde la denuncia del miedo como una construcción interesada, 
  sólo útil para mantener a los hombres en un estado de sumisión. 
  Pero, ciertamente, en el mundo de las humanidades hay, desde Platón y 
  el mito de la Edad de Oro, una abundante literatura que podría ser considerada 
  ludita. Sólo la reconsideración de los argumentos tecnófobos 
  puede permitir un diálogo enriquecedor para las "dos culturas".
No deja de sorprender 
  que a lo largo del siglo XX el miedo haya podido ser considerado como un elemento 
  positivo, en oposición a toda la tradición ilustrada que, estrictamente, 
  se había construido desde el rechazo absoluto a cualquier tipo reacción 
  paralizante y desde la denuncia del miedo como una construcción interesada, 
  sólo útil para mantener a los hombres en un estado de sumisión. 
  Pero, ciertamente, en el mundo de las humanidades hay, desde Platón y 
  el mito de la Edad de Oro, una abundante literatura que podría ser considerada 
  ludita. Sólo la reconsideración de los argumentos tecnófobos 
  puede permitir un diálogo enriquecedor para las "dos culturas". 
Tecnofobia 
  y espíritu griego.
Se olvida muchas 
  veces que la tecnofobia tiene su origen último en la tradición 
  clásica. En el mundo griego, y específicamente en su mitología, 
  los tecnólogos fueron siempre individuos castigados. Prometeo pagó 
  su atrevimiento con el suplicio. Dédalo, el constructor del laberinto, 
  fue encerrado en él. Ícaro vio quemadas sus alas… También 
  los filósofos, empezando por Platón en el Gorgias y en Las leyes 
  desprecian el trabajo técnico. Platón en Gorgias (512c) dice textualmente 
  que el nombre de "maquinista" es un insulto y que un ciudadano no 
  debe casar con las hijas de tales sujetos, ni darles hijas propias en matrimonio. 
  Aristóteles en la Política (cap. V, del libro III, 1278 a) proclama 
  que la ciudad excelente no hará del artesano un ciudadano, porque no 
  puede practicar la virtud y se halla, de hecho, próximo al esclavo.
Más que 
  hablar de aristocratismo, que de hecho no pasaría de ser una excusa sociológica, 
  lo que conviene es comprender que para los clásicos, la "norma" 
  no resulta distinta a la naturaleza y, en consecuencia, un tecnólogo 
  es alguien que rompe la normalidad, el telos de cada cosa y que, por eso mismo, 
  resulta sospechoso. En el ideal griego que es todavía el modelo humanístico 
  occidental, la naturaleza tiene unos fines internos y autoregulados. La teckné, 
  en cambio, constituye un intento de forzar o de romper des de fuera -con un 
  acto de violencia- la lógica de las cosas. De ahí su peligro. 
  Todo producto artificial -y artificioso- rompe la naturaleza de los seres y 
  los vuelve inauténticos. Para los griegos, el ejemplo de la moneda -y 
  del desorden que la crematística introduce en la ciudad- muestra bien 
  a las claras la perversidad del artificio que rompe con una agricultura natural, 
  pensada para nuestras propias necesidades y no para el comercio y para la acumulación. 
  Además la técnica implica movimiento cuando para el mundo griego 
  la perfección sólo se encuentra en el reposo. También Epicuro 
  (Máximas capitales, 15) considera que las riquezas no conformes a la 
  naturaleza implican peligro. En definitiva, allí donde aparece la teckné 
  se rompe la harmonía. 
François 
  Dragonet resume en dos tesis la tecnofobia griega:
1.- Los griegos 
  no vinculan las proezas técnicas e instrumentales con el progreso humano, 
  porque el hombre pertenece a la naturaleza eterna y no a la técnica cambiante. 
  Si el hombre es perfecto (metron) y estable no necesita para nada una tecnología 
  que nos desestabiliza.
2.- Desaconsejan, 
  además, el uso de las máquinas porque de ellas sólo pueden 
  salir desastres, cataclismos y miserias. Platón recuerda, por ejemplo, 
  que Thaumas rechaza el invento de la escritura que le ofrecía Teuth porqué 
  iría contra la memoria y favorecería la automatización, 
  la rapidez y la exterioridad, contrarias a la naturaleza humana.
Para un griego, 
  la posición antitecnológica resulta una consecuencia necesaria 
  del humanismo. El hombre clásico se considera a sí mismo como 
  una expresión de la harmonía de la naturaleza. En ningún 
  caso ello debe verse como una oposición al trabajo productivo: Penélope 
  teje y Hefesto forja, pero lo importante es que no se subordinan a sus productos. 
  Ser hombre es todo lo contrario de un mecanismo o de una regla. Los humanos 
  no expresan el automatismo sino la reflexión que implica la libertad 
  ante sus propios productos. No sería exacto, en consecuencia, hablar 
  de tecnofobia en Grecia, sino de una situación previa: la de la extrañeza 
  ante lo tecnológico visto como perturbador. Estrictamente hablando, la 
  situación de tecnofobia no se da en Grecia, además, porqué 
  la técnica está aún lejos de ocupar la centralidad de las 
  relaciones humanas. Será la Ilustración la que sitúe el 
  problema en términos que nos resultan comprensibles aún hoy.
DEFINICION DE TECNOFILIA Y TECNOFOBIA 
“Tecno” referencia a tecnología y “filia” a simpatía o afición. La tecnofilia es la pasión exagerada por la tecnología. Hay distintos grados de tecnofilia que, en el extremo, pueden convertirse en adicción. Los tecnofílicos más obsesivos suelen comprar las últimas versiones de los nuevos productos a precios exorbitantes. Actualmente la tecnofilia crece también por la gran dependencia que genera la tecnología.
Tecnofobia
Tecnofobia
 es el rechazo a  lo tecnológico como miedo irracional al que se 
justifica por la dependencia que  genera  desde el punto de vista físico
 o  emocional. La brecha digital o analfabetismo tecnológico crece. 
“Mientras la  tecnología sube por el ascensor el hombre asciende por 
escalera”.
En 1624 Francis Bacon en su libro “La nueva Atlántida” supuso que la tecnología mejoraría al mundo. Mary Shelley publicó en 1818 “Frankestein” mostrando lo que pasa cuando la tecnología se descontrola.
En 1624 Francis Bacon en su libro “La nueva Atlántida” supuso que la tecnología mejoraría al mundo. Mary Shelley publicó en 1818 “Frankestein” mostrando lo que pasa cuando la tecnología se descontrola.
 El Apolo 13  fue una misión espacial para transportar
 a la luna a dos seres humanos. Una  explosión de los tanques de oxígeno
 obligó a la tripulación a abortar la misión  y orbitar alrededor de la 
 luna. El ingenio de los tripulantes improvisó un paracaídas  para su 
módulo lunar y así lograron regresar sanos a la tierra.
El Apolo 13  fue una misión espacial para transportar
 a la luna a dos seres humanos. Una  explosión de los tanques de oxígeno
 obligó a la tripulación a abortar la misión  y orbitar alrededor de la 
 luna. El ingenio de los tripulantes improvisó un paracaídas  para su 
módulo lunar y así lograron regresar sanos a la tierra.
La fe en 
la  tecnología hizo creer a empresas y gobiernos que se podía bombear 
petróleo en el  fondo del océano sin fallas. El derrame de petróleo en 
el  golfo es un buen argumento para los  tecnofóbicos que creen que las 
máquinas terminarán dominando al hombre o que  desaparecerá en una 
guerra desastrosa.
Pero los  tecnofílicos siguen a Bacon y se 
preparan para lo que llaman “la singularidad”.  Es el punto en el que 
las máquinas se volverán conscientes y el hombre pactará  
estratégicamente con ellas. Entonces  los  problemas de salud serán cosa
 del pasado y los grandes problemas de la humanidad  desaparecerán.
Los
  tecnofóbicos creen que la singularidad dividirá a los humanos en seres
 con  inteligencia superior que vivirán cientos de años y los que 
quedarán trabados  por sus formas corporales y creencias antiguas. No 
sería una sociedad fantástica  para todos sino un bote salvavidas para 
los ricos que saltarán del barco.
La tecnología  cambió la forma en el cual el hombre trabaja. Hoy prevalece el Multitasking,
  el arte de hacer varias tareas a  la vez. La  sensación que genera es 
la de hacer 100 cosas al mismo tiempo y a la vez,  ninguna. Los medios 
de comunicación impusieron la cultura de la interrupción. La  
consecuencia es un pensamiento episódico, fragmentario, que opera sin 
secuencias  y a saltos provocados por los estímulos. Así se redujo  el 
conocimiento basado en la experiencia y  aumentó el que se caza y 
recolecta en la web.
Culturas policrónicas y  monocrónicas.
 Las culturas influyen en  una mejor o peor adaptación a lo tecnológico y
 al manejo del tiempo. Hay  culturas policrónicas (cultura latina 
orientada a los eventos) y culturas  monocrónicas (culturas americana o 
Alemana,   orientadas al  reloj). Las  culturas policrónicas funcionan 
bien haciendo multitasking, las monocrónicas  hacen las tareas una por 
vez,  siguen al  reloj y respetan el plan; ya que consideran al tiempo 
como un recurso que se  pierde, se gana, se optimiza, etc.. En 
lculturas  monocrónicas el tiempo es lineal, consecutivo  y segmentado, a
 una cosa sigue la otra y empieza cuando termina la anterior,  está 
predeterminado y se fija el que se puede dedicar a una cosa de manera 
única  y no en simultáneo. Se respetan las prioridades y no se permiten 
las  interrupciones. Cuando una acción tiene lugar no puede haber otra. 
El tiempo es  rápido, dividido en bloques y con  fecha  de caducidad. 
Las relaciones duran lo que duran y eso se sabe desde el  principio.
El
 tiempo  policrónico se percibe de manera simultánea, entremezclado, en 
vasos  comunicantes, un elemento se desarrolla en concomitancia con 
otro. El tiempo es  improvisado y no se puede prever ni organizar en 
detalle. Está abierto a  interferencias y a interrupciones que pueden   
reestructurarlo. Se percibe en un continuo en el que suceden diferentes 
 cosas a la vez.  Es lento y no tiene fecha de vencimiento. Las 
relaciones por  principios son eternas aunque luego no lo sean y su 
final se  desconozca.
La tecnología y el cerebro.
 Más allá de  los componentes culturales en la administración del tiempo
 hoy es notable la  dificultad que tienen jóvenes y adultos en   
concentrarse a fondo en una sola tarea, en escuchar una larga sinfonía, 
 en sostener un pensamiento o una experiencia,   en leer sin ser 
invadido por ideas parásitas y en generar relaciones  estables. Crece 
una atención saltarina, vagabunda,  fragmentaria, multidireccional y 
multitarea  que descrema la superficie de cosas y personas sin penetrar 
en su  fondo.
 La sensación concomitante  es que se pierde algo 
importante, que  intoxicarse con sucesos  impide culminar  con la tarea.
  Los medios generan una ansiedad que ellos mismos incentivan.  Así se 
percibe un
La sensación concomitante  es que se pierde algo 
importante, que  intoxicarse con sucesos  impide culminar  con la tarea.
  Los medios generan una ansiedad que ellos mismos incentivan.  Así se 
percibe un
universo atractivo que  magnetiza una atención flotante
 que se sorprende  por su falta de linealidad, por su  multiplicidad de 
opciones y por su capacidad de acercar realidades lejanas en un  formato
 multimedial.
La ilusión de que no existen  el espacio y el tiempo
 ofrece una percepción de presente continuo, en la que el  tiempo pasa 
sin dejar secuelas y una espacialidad continua evita el vacío de  la 
soledad. Para  McLuhan los medios de comunicación son extensiones del 
cerebro.  Hoy las redes extienden el sistema nervioso. Para los 
tecnofóbicos es posible  que el hombre de a poco sea  una prótesis  de 
lo mismo que inventó.
Sintonizar el sistema nervioso y el sistema  digital.
 Hoy se educa para un mundo inexistente. El átomo es pasado, el  símbolo
 de la época son los chips y la red. La red no tiene centro, ni 
certezas. Combina  la simpleza del átomo con el desorden del caos. El 
chip de silicona y la fibra  de vidrio de silicato se unen a velocidades
 fantásticas para  revestir al mundo  con un tejido de redes. Las redes 
tienen sólo nodos y conexiones. Los nodos se  hacen más pequeños 
mientras que las conexiones crecen.
Así como  células poco 
inteligentes crearon el sistema inmunológico, una PC conectada con  
otras tejieron la telaraña mundial “World Wide Web”. En un mundo de  
especialistas unidos en red, la sabiduría retornará promoviendo un 
diálogo   global que descomponga el todo en partes pequeñas que 
contribuyan a entenderlo y  mejorarlo. Este entramado se paralizaría sin
 ideas que motiven a trabajar en  equipo.
El poder del  futuro 
consistirá en aprovechar la comunicación. En una red el talento se 
multiplica  por el de todos los demás. De lo que se trata entonces es de
 sincronizar el  cerebro humano con las redes digitales, el sistema de 
redes que  ha creado un  poderoso y enigmático cerebro social.


